Siempre el Horizonte
31.01/18.03/2015
Max Estrella, Madrid
Artistas: Felipe Arturo, Leyla Cárdenas, Elena Damiani, Miler Lagos y Sara Ramo.
Curador: Iciar Sagarminaga
El horizonte es un fenómeno perceptivo cuya presencia solo existe a través de la mirada. Sucede en un espacio intangible, en un límite siempre cambiante, inalcanzable. Por esta razón este espacio dinámico llega a ser un símbolo para la conciencia; una metáfora para el umbral de lo visible, lo comprensible, y también lo posible.
La exposición colectiva comisariada por Iciar Sagarminaga, pretende expandir la noción del paisaje contemporáneo. La contemplación del mismo es el eje que une la obra de los cinco artistas invitados: Felipe Arturo, Leyla Cárdenas, Elena Damiani, Miler Lagos y Sara Ramo. A través de los distintos medios empleados —escultura, instalación site-specific, fotografía, collage, video— se presenta una experiencia en el espacio que aborda una visión más amplia del paisaje. Al cambiar el marco a través del cual se entienden los territorios urbanos, salvajes, arqueológicos, domésticos y agrícolas, la vivencia de lugar y tiempo también se desplaza. Las percepciones sobre el entorno, el espacio íntimo y el presente-continuo se expanden.
Las investigaciones y trabajos presentes en Siempre el horizonte exploran la herencia del paisaje en el siglo XXI. A pesar de las diferencias entre las obras, comparten una sensibilidad plástica y conceptual que alterna entre el eufemismo abstracto, la imagen reconstruida y la figura alegórica.
La instalación Olvidando la persistencia de Felipe Arturo propone la construcción de un patrón geométrico creado con materias primas sobre el suelo, que cuenta con la acción de los visitantes pisando sobre ella y descomponiéndola. Esta intervención reflexiona sobre la inestabilidad de los sistemas de monocultivo y las consecuencias de su uso, firmemente impulsado en la economía global de la era poscolonial en la que vivimos.
Por otro lado, en el trabajo de Leyla Cárdenas se intenta plasmar la noción de espacio y tiempo desde una perspectiva arqueológica. La artista utiliza materiales de construcción para crear una ruina minimalista y etérea. Así, propone una paradoja metafórica en la que se une el futuro con el pasado y genera el misterio de si lo que vemos es un esqueleto para una construcción o el fragmento de una estructura derrumbada.
Las obras de Elena Damiani y Sara Ramo en la muestra oscilan entre lo encontrado, lo construido, lo factual, lo inventado, lo material e immaterial. A Tropical Ending, de Elena Damiani, remarca dos existencias simultáneas: el objeto y la imagen. En primer lugar, la gran impresión sobre un papel de arroz se sostiene levemente desde el techo generando una sombra. Al mismo tiempo, invita a mirar un paisaje supuestamente romántico que sin embargo en su composición alude a un acontecimiento ominoso. Una estrategia que también podemos ver en su pieza The Surface Reader, Compilation Nº 1, donde forma una sierra inventada al plasmarla sobre los lomos de libros de una estantería. Los objetos están ahí, y no están; el paisaje existe, y no existe.
En los collages Parte de, Sara Ramo recorta fotografías de un espacio expositivo vacío y reconstruye un nuevo mundo. El cubo blanco (espacio interior) parece transformarse en formas geológicas (espacio exterior). Igualmente paradójico es el video Oceano Possível, donde vemos a la artista de espaldas, desnuda, sentada en el suelo y rodeada de cubos azules llenos de agua, lavándose y remando sobre un mar domesticado. Una vez más, Ramo nos transporta desde un lugar encerrado hacia afuera, en esta ocasión a las aguas de un océano imaginado.
Finalmente, el trabajo de Miler Lagos revela su interés por la esencia de los materiales que componen el entorno actual, así como la reflexión sobre el impacto en la naturaleza causado por la producción cultural que crea la demanda humana. En su instalación Los fragmentos del tiempo, pedazos de periódicos comprimidos y esculpidos en formas de ramas de arboles, dejan a la vista la unión del material y de su origen natural. En primera instancia, las esculturas pueden parecer ramas verdaderas, pero no pretenden engañar sino confirmar la naturaleza del material y su función en nuestras vidas diarias.
Así como el horizonte posee una presencia continua y se sitúa a una distancia variablemente lejana, la mirada al futuro y al pasado siempre será solo eso, una proyección, una reflexión de sueños y memorias en un permanente estado de flujo, siempre a una distancia aparentemente infinita. Las interpretaciones sobre el paisaje contemporáneo de estos artistas, y sus manipulaciones del mismo, abren un nuevo espacio para pensar en la figura del ser humano situada entre la linea que separa la tierra del cielo, el interior del exterior, el individuo del colectivo, y el desecho del deseo. Por tanto, con la mirada siempre hacia el horizonte, la muestra invita a orientarnos y contemplar de dónde hemos venido, hasta dónde hemos llegado y hacia dónde vamos.
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